Cuando los Astros se Conjuran a Favor
de la Tauromaquia
La mañana se
despertó con un cielo plomizo sobre la capital oscense, donde la lluvia
persistió durante toda la noche, dejando un manto gris que presagiaba un inicio
incierto para la jornada taurina. Nadie podía imaginar que aquella tarde, bajo
un telón de nubarrones, se desarrollaría una de las faenas más emocionantes de
la temporada, que los más de 500 aficionados presentes recordarían con fervor
durante largo tiempo.
Daniel Moset (Escuela Taurina de Valencia):
Moset destacó por su técnica y dominio ante un novillo exigente. Con muletazos
bien ejecutados, demostró madurez y control, obteniendo también un apéndice por
su labor precisa y entregada.
El albero,
convertido en un auténtico lodazal a primeras horas, parecía un reto
insuperable para la celebración del festejo. Sin embargo, gracias al tesón y la
dedicación de los alumnos de la Escuela Taurina —con un reconocimiento especial
para los más jóvenes, como Angelito y Eidan y al esfuerzo incansable de los
voluntarios, cuyo apoyo siempre llega en el momento más necesario, el ruedo se
transformó en un auténtico escenario de toros, digno de los cosos más
prestigiosos, justo cuando los clarines anunciaban la llegada de la gran cita.
En esta
ocasión, se lidiaron seis ejemplares de gran presencia, procedentes de la
ganadería Hnos. Marcen Romero de Villanueva de Gallego (Zaragoza). Toros
imponentes, con una excelente presentación, pero de temperamento marcado, que
pusieron a prueba las facultades y el temple de los novilleros de las Escuelas
Taurinas de Valencia, Alicante, Guadalajara y Huesca.
Cada uno de estos novillos mostró una personalidad única, desafiando la técnica
y la capacidad de los jóvenes toreros.
La tarde,
cargada de emoción, dejó momentos para el recuerdo. Los novilleros, decididos a
demostrar su valía ante un público entregado, cumplieron con las expectativas y
dejaron una huella imborrable:
Ángel Alarcón (Escuela Taurina de Huesca):
Alarcón brilló con una faena llena de arte y sentimiento. Aunque un fallo con
el verduguillo le impidió alcanzar los máximos trofeos.
Amaro Lidoy (Escuela Taurina de Huesca), Daniel Moset (Escuela Taurina de Valencia), Cristóbal Granero (Escuela Taurina de Alicante). Cada uno de ellos logró cortar un apéndice, en reconocimiento a su esfuerzo, coraje y entrega. No obstante, fue Ángel Alarcón (Escuela Taurina de Huesca) quien deslumbró al público con una faena llena de arte, ejecutada con templanza y sentimiento. La ovación que recibió al dar una vuelta al ruedo fue unánime, aunque un pequeño error con el verduguillo le impidió conseguir los máximos trofeos que, por lo demás, parecían al alcance de su mano.
Hugo Masía
(Escuela Taurina de Guadalajara):
Hugo Masía (Escuela Taurina de Guadalajara):
Con valentía y entrega, Hugo Masía se enfrentó bravo y encastado novillo,
mostrando firmeza y actitud en cada muletazo. Dejando una buena impresión.
Aunque no cortó trofeos, su esfuerzo y disposición dejaron claro su prometedor
futuro.
Con temple y coraje, Lidoy superó las adversas condiciones del novillo. A pesar de un terreno complicado, logró conectar con el público, mostrando su entrega y esfuerzo, lo que le permitió cortar un apéndice en reconocimiento a su faena.
Asier Abadiano (Escuela Taurina de Huesca):
El gran triunfador de la tarde fue Abadiano, quien desorejó a un novillo
encastado, demostrando un dominio total y una gran técnica. Su salida a hombros
confirmó su lugar como uno de los grandes talentos de la temporada.
Pero el verdadero triunfador de la tarde fue Asier Abadiano (Escuela Taurina de Huesca), quien logró salir a hombros tras desorejar a un novillo especialmente encastado de los Hnos. Marcen. Abadiano, quien ya se había destacado en la pasada Feria de Fallas de Valencia, confirmó su ascendente carrera con una faena que desbordó talento, técnica y valentía. Con este triunfo, se consolida como una de las grandes promesas de la temporada, un nombre que promete seguir dando que hablar en el futuro.
Es necesario
rendir homenaje a los profesores de las Escuelas Taurinas, cuyo trabajo
silencioso y desinteresado sigue forjando a jóvenes talentos con un futuro
brillante. Ellos son los verdaderos artífices de este gran espectáculo, pues no
solo enseñan a torear, sino que transmiten una pasión por la tauromaquia que se
refleja en el nivel alcanzado por sus alumnos. Y, por supuesto, también es justo
reconocer a la familia Marcen por brindarnos una novillada tan
interesante y completa, que permitió que los novilleros se enfrentaran a un
reto de altura. El albero oscense, aunque embarrado, fue testigo de una tarde
donde la tauromaquia volvió a brillar, reafirmando que el futuro de este arte
está más vivo que nunca.
Cristóbal Granero (Escuela Taurina de Alicante):
Granero, con su toreo elegante y clásico, dejó su huella en la tarde oscense.
Su faena fue sólida, lo que le valió cortar un apéndice y reafirmar su
potencial como joven promesa del toreo.
Cuando los Astros se Conjura a Favor
de la Tauromaquia
La mañana se
despertó con un cielo plomizo sobre la capital oscense, donde la lluvia
persistió durante toda la noche, dejando un manto gris que presagiaba un inicio
incierto para la jornada taurina. Nadie podía imaginar que aquella tarde, bajo
un telón de nubarrones, se desarrollaría una de las faenas más emocionantes de
la temporada, que los más de 500 aficionados presentes recordarían con fervor
durante largo tiempo.
El albero,
convertido en un auténtico lodazal a primeras horas, parecía un reto
insuperable para la celebración del festejo. Sin embargo, gracias al tesón y la
dedicación de los alumnos de la Escuela Taurina —con un reconocimiento especial
para los más jóvenes, como Angelito y Eidan— y al esfuerzo incansable de los
voluntarios, cuyo apoyo siempre llega en el momento más necesario, el ruedo se
transformó en un auténtico escenario de toros, digno de los cosos más
prestigiosos, justo cuando los clarines anunciaban la llegada de la gran cita.
En esta
ocasión, se lidiaron seis ejemplares de gran presencia, procedentes de la
ganadería Hnos. Marcen Romero de Villanueva de Gallego (Zaragoza). Toros
imponentes, con una excelente presentación, pero de temperamento marcado, que
pusieron a prueba las facultades y el temple de los novilleros de las Escuelas
Taurinas de Valencia, Alicante, Guadalajara y Huesca.
Cada uno de estos novillos mostró una personalidad única, desafiando la técnica
y la capacidad de los jóvenes toreros.
La tarde,
cargada de emoción, dejó momentos para el recuerdo. Los novilleros, decididos a
demostrar su valía ante un público entregado, cumplieron con las expectativas y
dejaron una huella imborrable:
Amaro Lidoy (Escuela Taurina de Huesca)
Daniel Moset (Escuela Taurina de Valencia)
Cristóbal
Granero (Escuela
Taurina de Alicante)
Cada uno de
ellos logró cortar un apéndice, en reconocimiento a su esfuerzo, coraje y
entrega. No obstante, fue Ángel Alarcón (Escuela Taurina de Huesca)
quien deslumbró al público con una faena llena de arte, ejecutada con templanza
y sentimiento. La ovación que recibió al dar una vuelta al ruedo fue unánime,
aunque un pequeño error con el verduguillo le impidió conseguir los máximos
trofeos que, por lo demás, parecían al alcance de su mano.
Pero el
verdadero triunfador de la tarde fue Asier Abadiano (Escuela Taurina de
Huesca), quien logró salir a hombros tras desorejar a un novillo especialmente
encastado de los Hnos. Marcen. Abadiano, quien ya se había destacado en la
pasada Feria de Fallas de Valencia, confirmó su ascendente carrera con una
faena que desbordó talento, técnica y valentía. Con este triunfo, se consolida
como una de las grandes promesas de la temporada, un nombre que promete seguir
dando que hablar en el futuro.
Es necesario
rendir homenaje a los profesores de las Escuelas Taurinas, cuyo trabajo
silencioso y desinteresado sigue forjando a jóvenes talentos con un futuro
brillante. Ellos son los verdaderos artífices de este gran espectáculo, pues no
solo enseñan a torear, sino que transmiten una pasión por la tauromaquia que se
refleja en el nivel alcanzado por sus alumnos. Y, por supuesto, también es justo
reconocer a la familia Marcen por brindarnos una novillada tan
interesante y completa, que permitió que los novilleros se enfrentaran a un
reto de altura. El albero oscense, aunque embarrado, fue testigo de una tarde
donde la tauromaquia volvió a brillar, reafirmando que el futuro de este arte
está más vivo que nunca.
Por Pablo
Ciprés.